La generación de competencias en el desarrollo social

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En la visión de Marcela Chavarría Olarte,
Ángel Díaz Barriga y John Naisbitt
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INTRODUCCIÓN

El tema de la formación sustentada en competencias no es ajeno a controversias profesionales, en el campo de la educación la Dra. Marcela Chavarría Olarte, el experto Dr. en Pedagogía y mexicano, Ángel Díaz Barriga y el futurólogo estadounidense, John Naisbitt aportan opiniones coincidentes algunas y otras con un enfoque diferente.

En este ensayo se comentara algunos puntos de vista de los autores, de manera que su estudio y análisis fortalezca la visión propia.

¿Para qué sirve educarse bajo el enfoque de las competencias en la era de la información?

El crecimiento acelerado del mercado de las telecomunicaciones y desarrollo de software necesariamente conlleva a plantearse nuevos paradigmas, los efectos nocivos de la contaminación ambiental y el calentamiento global aportan lo propio.

Lo que ayer era una verdad inamovible hoy ha sido desfasado.

Pudiera entenderse como una repintadita a las estructuras ya conocidas para que parezcan nuevas.

O bien, significa la posibilidad real de aprender nuevas formas de “aprender”, tomando para ello lo nuevo y lo viejo, los adelantos tecnológicos - sin olvidar las tradicionales formas de escribir, de comunicar -, las exigencias del mercado laboral.

Pareciera que se intenta librar una batalla con los tenedores del capital, pero, me pregunto: ¿no nos preparamos para un día ser productivos? A caso los estudios y desvelos están disociados del deseo natural de alcanzar un mejor nivel de vida.

Si así fuera, ¿cuál es la razón para eliminar a los dueños del capital de la vida académica? Pregunto.

Marcela Chavarría Olarte en su artículo Megatendencias en la educación frente al tercer milenio dice: “Siempre se ha tenido claro que el profesionalismo dedicado requiere actualización constante. Sin embargo, hoy día los contenidos de estudio se hacen obsoletos antes de egresar de la universidad. El título profesional que se recibe no representa ya un conjunto de saberes que se domina para ser aplicados en situaciones conocidas, sino un conjunto de competencias profesionales para aplicarse a la solución de problemas variados en situaciones impredecibles.”

John Naisbitt aporta en su obra Megatendencias: “En los tiempos que corren, además del trabajo físico debe evaluarse el conocimiento intelectual y el impacto de las tecnologías de la comunicación en la reducción de costos. La posibilidad de permitir interactuar o concretar negocios instantáneamente soluciona problemas distributivos en transmisión de mensajes. El correo de continente a continente podía tardar días. Hoy el correo electrónico permite propalar la misma comunicación en segundos. Los sistemas de combinación de información que integran el teléfono, el satélite y las computadoras se han constituido en una plataforma informativa insuperable que transmite datos e interacción instantánea entre quienes se conectan.”

Y Ángel Díaz en su obra El enfoque de competencias en la educación. ¿Una alternativa o un disfraz de cambio? sostiene: “En los últimos diez años, esto es desde mediados de la década de los noventa, en el campo de la educación se pueden encontrar muy diversas formulaciones y expresiones en torno al tema de las competencias,1 entre ellas destacan: formación por competencias, planes de estudio basados en el enfoque por competencias, propuestas educativas por competencias. De esta manera, la perspectiva centrada en las competencias se presenta como una opción alternativa en el terreno de la educación, con la promesa de que permitirá realizar mejores procesos de formación académica.”

Para Chavarría Olarte cuando un estudiante de nivel profesional egresa el conjunto de saberes no lo posibilitan para desempeñarse de acuerdo a la realidad, sus saberes, aquello que estudio en tercer año de facultad, en la práctica profesional ya no encuentra aplicación.

Si esto mismo lo bajamos al nivel medio superior, el bachiller, si sus saberes sólo se concentran en la acumulación y repetición conceptual corre el mismo riesgo que el profesionista, que la ola de la modernidad los barra (Tofler, 1979) y por consecuencia la inserción en el mercado laboral sea difícil.

Sus saberes no corresponden a las exigencias de la realidad.

Siguiendo esta misma línea de pensamiento Nasbitt señala “La introducción de tecnología es imparable, no hay posibilidades de detener el desarrollo y la evolución que implica la informatización. Sin embargo, pese a su desarrollo, la tecnología no avanza en línea recta, es decir, no caben predicciones que supongan la desaparición de otras tecnologías aparentemente más atrasadas. Muchas veces ambas pueden convivir armoniosamente.”

Dado lo anterior la visión de Olarte en cuanto a la necesidad de egresar con una formación que permita al educando, profesionista responder ante cualquier situación (competencia) que se le presente toma mayor vigencia, sin implicar la muerte de los saberes, de las formulas viejas, por el contrario la coexistencia será una consecuencia natural (Nasbitt, 1982).

En tanto que para Díaz Barriga el enfoque por competencias no es otra cosa que una moda.
La que vista desde la perspectiva centrada en las competencias es presentada como la opción correcta en el terreno de la educación y promete la realización de mejores procesos de formación académica…”

De tal manera que solamente se queda en el nivel de una oferta. Ello pudiera ser así de preciso, pero podría suponer la oportunidad para que el egresado (independientemente del nivel académico que concluya) convierta esa promesa en una realidad.

Que aplique las herramientas con las que se fue equipando para que aquello que parece inalcanzable sea fácilmente asequible.

De manera que la perspectiva de obsequiar algo viejo por nuevo, incorpore ese mínimo elemento que la hace nueva.

Díaz apunta: “Cuando se observa la evolución del sistema educativo en México en los últimos cuarenta años se puede identificar que la innovación de la educación ha sido un argumento que continuamente se esgrime en los momentos de cambio, en las reformas educativas propuestas. Se ha creado un imaginario social donde lo nuevo aparece como un elemento que permite superar lo anterior, al hacer las cosas mejores.” ¿Ello como mero producto del imaginario social?


1 AGUT, S. y R. Grau (2001), “Una aproximación psicosocial al estudio de las competencias”, en proyecto Social, núm. 9.

Ese mismo imaginario social podría compartir lo expresado por Naisbitt en cuanto a que la aparición de lo nuevo no implica la desaparición de lo viejo, pudiendo por suceder – contrariamente - el perfeccionamiento de los saberes nuevos o la coexistencia fina entre ambos.
Díaz abunda sobre el tema “Efectivamente, la innovación atiende la necesidad de incorporar elementos novedosos al funcionamiento del sistema educativo; es el resultado de la evolución impresionante que han tenido las tecnologías, así como de las propuestas que se van elaborando en el ámbito de la educación y de la enseñanza, como consecuencia de los desarrollos de diversos enfoques de investigación en el ámbito de la pedagogía, la didáctica, la psicología, la comunicación, entre otras disciplinas.”

Pero señala dos riesgos ” Uno emana de un desconocimiento, una especie de descalificación de lo anterior en donde la innovación es percibida como algo que supera lo que se estaba realizando, lo que impide reconocer y aceptar aquellos elementos de las prácticas educativas que tienen sentido, que merecen ser recuperados, que vale la pena seguir trabajando.” ¿Por quién? Pudiera darse (que comparto) la interpretación en el sentido de que el conocimiento es el andamio en el que se sostiene lo viejo, el conocimiento perfeccionado con la incorporación de nuevos elementos supone un nuevo conocimiento sin desconocer su propio origen.

Y el otro emana de que “Necesitamos reconocer que la acelerada innovación se vuelve contra sí misma; desde una perspectiva interna a estos procesos —sobre todo en el ámbito tecnológico—, los ciclos de la innovación se acortan más cada vez.” Razón por la cual los viejos saberes, reitero, significan el punto de partida para su propia evolución.

De tal suerte que lo aprendido en términos de manejo informático en relación al manejo de un software en particular se vuelven viejos en el lapso que dura disponer al mercado una nueva versión. Pongamos por caso Word 20003 vs. Word 2007, ambos son procesadores de texto, su función primaria, esencial y natural en ambas versiones se mantiene, “elaborar textos de forma electrónica” no así los aditamentos, opciones de formato, edición que se van perfeccionando al incorporar un nuevo elemento.



CONCLUYO DICIENDO

Concuerdo con Díaz Barriga en cuanto a la presunta moda sexenal, en aquello de ponerle cada sexenio un sello personal a lo que es absolutamente nacional y permanente, la educación.

Si el tema de las competencias en la educación hará de los egresados ciudadanos críticos, propositivos, activos, cumplidores de sus obligaciones y exigentes con el cumplimiento de sus derechos al margen de que se obedezca a una tendencia mundial, sexenal o del color que sea, vale la pena intentar su culminación.

El dejar atrás la concepción de dependientes, menores de edad y caminar por el sendero de la autorrealización personal debe ser un objetivo de gran alcance, de mirada superior y compromiso colectivo e individual.

El enfoque basado en competencias - en tanto no exista otro mejor - puede ser esa fuerza votiva, transformadora que lleve a la madurez nacional.

Por otro lado el avance tecnológico es imparable, pero su óptima aplicación trae beneficios, incluso, en el cuidado del medio ambiente. Por cada correo electrónico que se envía, eliminamos el uso de papel, salvamos un árbol y evitamos el uso de la tinta, se reduce el consumo del líquido vital.

Reitero, vale la pena educar para saber qué hacer, con conocimiento y conciencia.




BIBLIOGRAFIA
CHAVARRIA, “Megatendencias en la educación frente al tercer milenio”, NAISBITT, DIAZ, “El enfoque de competencias en la educación. ¿Una alternativa o un disfraz de cambio?”. Publicado en: Docentes y programas de estudio, Buenos Aires, Aique, 1994, y Empleadores de universitarios: un estudio de sus opiniones, México, CESU/M.A. Porrúa, 1995.

1 comentario:

  1. Felicidades por tu trabajo Blanca Estela, me parece que el análisis que realizas del tema es muy profundo, esto es lo que debemos fomentar en nuestros estudiantes, el buscar el fundamento de las ideas y no actuar simplemetente por seguir la corriente o la moda. Recibe un cordial saludo

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