Micro comentario sobre: “La fundamentación de la didáctica”

Para Pansza et al “Las instituciones son algo que crean los hombres y en el poder colectivo que crean está el germen de su propia transformación. Esto implica un pronunciamiento contra las posturas mecanicistas de la educación, que quitan al hombre la posibilidad de transformación de sus instituciones de trabajo.” En algún momento alguien me enseño que la única constante que existe es el cambio, y como no, si la naturaleza del ser humano es cambiante, evolutiva, transformadora en oposición al estatismo, por tanto la escuela como concepto y producto cristalizado en su institucionalización no puede sustraerse a su propia evolución.

En esta misma línea de pensamiento, en donde la actividad del individuo tiene como premisa la perfectibilidad, resulta impensable la educación meramente mecanicista.

De tal manera que: “La formación didáctica de los profesores es de vital importancia para lograr la transformación de la labor docente que realicen en las instituciones educativas, pero es insuficiente en sí misma si dicha formación deja a un lado el cuestionamiento permanente de la escuela misma, su organización, sus finalidades implícitas y explícitas, sus currículos y formas de relación.” Coincido con los autores, recuerdo el bachillerato de mi juventud, una institución hermosa arquitectónicamente, bien equipada, talleres y laboratorios amplios, personal calificado, edificada para servir a la región Ciénega de Chápala y sus alrededores – que pudieran costear su acceso – y el Colegio de mi diario vivir, chiquito en infraestructura, pero accesible a la población, ese es su merecimiento.

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